Hoy hablamos sobre cepillos de diente e higiene…

¿Cada cuánto hay que cambiar de cepillo de dientes?

Para el artículo de hoy contamos con la colaboración Pododent, cliente de Biolab Company, y agradecemos a la Dra. Ana Martins Yu , Licenciada en Odontología y Directora Médica de la Clínica Pododent, nº Colegiado 35000904, quien nos haya ayudado a resolver las dudas más frecuentes sobre este tema.

Cepillarse los dientes es una parte muy importante de la higiene bucal, y más en estos tiempos del Covid19. Debe realizarse al menos dos veces al día, y si es posible, después de cada comida. Es recomendable utilizar una pasta dentífrica con flúor, limpiar entre los dientes con una seda o cinta dental, un cepillo interproximal o un irrigador bucal, y resulta fundamental emplear una correcta técnica de cepillado. Pero para conseguir una buena higiene bucal es importante elegir un cepillo de dientes de calidad adecuado a las necesidades de cada persona, y debe estar limpio y libre de microorganismos, porque aunque parezca sorprendente, es posible encontrar gran cantidad de bacterias y gérmenes en el cepillo de dientes.

¿Por qué hay que cambiar el cepillo de dientes de forma frecuente?

Una correcta higiene oral provoca, por su parte, que los filamentos de los cepillos se vayan deteriorando y doblando. Por ello, para lograr un cepillado correcto se debe cambiar el cepillo con el fin de evitar el envejecimiento y deformación del mismo, así como la mencionada contaminación bacteriana. Unos filamentos gastados no pueden eliminar el biofilm bucal con la misma eficacia que unos en óptimas condiciones; un cepillo en mal estado puede llegar a dañar las encías y, además, incrementar la contaminación bacteriana. Un cepillo de dientes en buen estado nos ayuda a prevenir caries, a remineralizar caries incipientes, a prevenir problemas de encías.

Los cepillos de dientes constituyen el medio ideal para el crecimiento de bacterias, especialmente cuando los filamentos quedan húmedos. La contaminación del cepillo de dientes se produce poco después del primer uso y aumenta a medida que se va utilizando. Los cepillos dentales pueden actuar, por tanto, como reservorio para los microorganismos pudiendo desempeñar un papel importante dentro de la salud bucal y sistémica de un individuo. Los cepillos contaminados pueden ser una fuente de reinfección de la boca e incluso afectar a la salud general, causando infección y problemas gastrointestinales, cardiovasculares, respiratorios y/o renales..

¿Qué vida media tiene un cepillo de dientes?

La Asociación Dental Americana sugiere cambiar el cepillo de dientes cada 3-4 meses, por el desgaste y porque el crecimiento bacteriano a largo plazo sobre los cepillos de dientes puede ser perjudicial para la salud oral. Pero no hay que esperar a que el cepillo se desgaste o se deforme, ya que pueden causar lesiones en dientes y encías.

Es importante cambiar el cepillo de dientes después de padecer una infección bacteriana, vírica o micótica (por hongos), ya que los gérmenes pueden permanecer en las cerdas del cepillo y pueden ser perjudiciales para la salud. Varios estudios han demostrado que después de 3 meses de uso regular, un cepillo es menos efectivo para remover la placa de los dientes y encías, en comparación con un cepillo nuevo. Las cerdas pierden resistencia y por consiguiente efectividad para llegar a las áreas difíciles de alcanzar alrededor de los dientes.

Cuidados básicos para el mantenimiento del cepillo de dientes:

• Lávate las manos. Antes de cepillarte los dientes o utilizar hilo dental es muy importante  lavarte bien las manos. En ellas es posible encontrar millones de bacterias, por ello manipular el cepillo de dientes con las manos limpias puede evitar que estos microorganismos sean transferidos a tu cepillo y lo contaminen.

• Limpia tu cepillo con agua después de cada uso y quítale el exceso de humedad. Cuando termines de cepillarte los dientes es muy importante que elimines cualquier resto de pasta de dientes de él. Colócalo bajo el grifo y lávalo bien con agua tibia o caliente hasta que los restos desaparezcan. Cuando termines, sacúdelo con movimientos de vaivén y colócalo en posición vertical, dejando que se seque al aire.

• Guarda tu cepillo correctamente. En muchas casas es habitual colocar el cepillo en un vaso junto con los del resto de la familia. Esto no tiene porqué causar problemas si los cepillos están suficientemente separados para que no se produzca una transferencia de microorganismos. Puedes utilizar soportes verticales para guardar los cepillos de forma individual, o usar cepillos con capuchones protectores con agujeros que permitan la ventilación (pero cubrir el cepillo de dientes no es lo más recomendable, porque puede mantenerse un ambiente húmedo que favorece la proliferación bacteriana.

• Si viajas, cubre tu cepillo. Si tienes que viajar es recomendable que adquieras un recipiente especial o bolsita para guardar tu cepillo. Si lo dejas al descubierto en tu maleta o en tu neceser puede deformarse, llenarse de suciedad, bacterias o microorganismos y contaminarse.

• Si te pones enfermo, cambia tu cepillo cuando te cures. Muchas enfermedades se transmiten a través de los fluidos corporales por ello si te pones enfermo separa tu cepillo para evitar contagiar al resto de tu familia. Además, es recomendable cambiarlo cuando te cures para evitar que cualquier bacteria presente en el cepillo te haga enfermar de nuevo. Durante tu proceso infeccioso, puedes desinfectar tu cepillo de dientes tras cada uso con un antiséptico, por ejemplo, en caso de Covid19 emplear una solución con peróxido de hidrógeno al 1% o cloruro de cetilperidinio y sumergirlo durante 1 minuto.

• No compartas tu cepillo. Puede parecer muy obvio, pero muchas personas no ven peligro compartir el cepillo de dientes con su pareja. En nuestra boca es posible encontrar gran cantidad de bacterias, por ejemplo las causantes de las caries o las enfermedades periodontales. Si compartes tu cepillo con otra persona existe el riesgo de contagio de enfermedades.

• Cambia tu cepillo cada 3 meses o cuando empieces a ver los primeros signos de desgaste de los filamentos.